martes, 10 de mayo de 2011

IDUN Y LAS MANZANAS DE LA ETERNA JUVENTUD:

Esta historia mitológica la subí al blog anterior en Navidad, para explicar una tradición que se extiende hoy por todo el mundo y cuyo origen es muy poco conocido en general. Es una historia preciosa y creo que es un cuento digno de ser contado en una fecha tan especial como es el solsticio de invierno.

EL ORIGEN DEL ARBOL DE NAVIDAD

Durante una de sus frecuentes escapadas por el Midgaard, Odín, Loki y Hord se encontraron en un paraje desierto, sin lugar en el que hospedarse ni gente que les agasajase. Cansados y hambrientos, acertaron a cazar un buey de un numeroso rebaño que pastaba por allí. Encendieron una hoguera bajo un frondoso fresno, y sobre las brasas pusieron a asar la carne de la pieza cobrada. Pero algo extraño sucedía: un viento frío  impedía que la carne se cocinara. Alzaron la vista a la copa del árbol, de donde venia la brisa, y observaron, oculta entre el ramaje, una hermosa águila  que con sus alas enviaba el hechizo que impedía asar el buey. Ante los ruegos de los dioses, el águila aceptó retirar el hechizo a cambio de elegir una parte de la jugosa carne.

Así lo acordaron y el águila permitió que el asado finalizase. Cuando empezaron a repartirlo, el ave tomó una pierna asada y todo el lomo. Enfurecido Loki por lo que consideraba un abuso asestó un fuerte golpe al animal con un palo que tomó del montón de leña. Él águila emprendió el vuelo, pero el palo se quedó pegado a la espalda, y este a las manos del dios. Loki se vio alzado del suelo y arrastrado sobre arbustos, árboles y espinos hasta que llegaron a lo alto de una montaña nevada y fría, en el Jotumgaard.  Allí, ante sus ojos, el águila cambio su plumaje por el recio cuerpo de Thiassi, el gigante de hielo, señor del invierno. Loki, señor del fuego, era ahora su prisionero, y como era costumbre exigió un rescate, un pago, por la libertad del dios. El gigante exigió a cambio a Idun, guardiana de las manzanas de la juventud eterna. Esta diosa, personificación de la renovación continua de las estaciones, guardaba en un cofre de oro las frutas que cada día repartía entre los dioses para que estos eludieran la mortalidad, la enfermedad y la vejez.


Loki prometió al gigante conseguirle a la diosa y sus manzanas sagradas. Para ello urdió una de sus estratagemas. El astuto dios convenció a la ingenua Idun de que había encontrado en el Midgaard un árbol con frutos idénticos a los suyos,  y de que él mismo había notado sus efectos. Urgió a la diosa a que lo acompañara y que llevara su cofre dorado con su  mágico contenido. Ella lo acompañó confiada, pero en cuanto salió del Asggard, Thiassi, convertido de nuevo en águila la atrapó con sus garras y remontó con ella el vuelo hacia su helado territorio.

Pronto  los dioses que moraban en el Asgaard echaron de menos a la diosa y sus frutos eternos. Ante su falta, comenzaron a notar los envites de la vejez y la decrepitud, sintiéndose cada día que pasaba sin su mágico sustento, más débiles y cansados. Buscaron a Idun por todas partes y pronto recordaron que la última vez que había sido vista fue acompañando a Loki. Presionado éste por las acusaciones de los Ases, acabó confesando su infamia, y viendo peligrar su vida se comprometió a traerla de regreso.

Para ello solicitó a Freyia que le prestara su capa de plumas de halcón, y así  poder convertirse en la veloz ave y raudo, surcar los cielos hasta el lugar donde la joven diosa languidecía. Ésta se hallaba encerrada en una caverna de hielo, sin sustento del sol que la nutría, pues se había negado a proporcionar su codiciado tesoro a su captor.

Cuando Loki, convertido en halcón se acercó a las moradas del Jotungaard, tuvo que esperar un tiempo hasta que Thiassi salió a cazar acompañado de su hija Skie, la veloz cazadora de las tundras heladas. Nada más desaparecer los gigantes en el blanco horizonte, el astuto dios se coló en la cueva y transformó a la diosa y a sus manzanas en una pequeña nuez. Pudo así transportarla de vuelta hasta la morada sagrada, donde los dioses la esperaban con ansia. Apenas había alzado Loki el vuelo con su carga, cuanto Thiassi se percató del audaz rescate y volviendo a tomar las plumas de águila los persiguió raudo hasta los firmes muros del Asgaard. Pero allí precavidos por el dios de los engaños, en cuanto este sobrevoló las defensas, prendieron fuego a montones de virutas que habían almacenado. Cuando el águila quiso cruzar los muros, los fragmentos de madera ardientes se elevaron prendiendo las plumas de la majestuosa ave. Herido de muerte por el humo y el fuego, el gigante se precipitó al suelo, donde recuperó su auténtica forma antes de morir.

Es por eso que, para conmemorar el fin del declive de los días y el inicio del retorno de la vida, en la noche más larga, y el día más corto, el solsticio del invierno, cada 21 de diciembre se colocan en todas las casas de las tierras del norte frondosos abetos decorados con las rojas manzanas sagradas de la diosa y brillantes guirnaldas doradas como los fuegos que decoraron las murallas del Asgaard, que nos recuerdan que la renovación de las estaciones ha vuelto y con ella volverá la vida eterna a girar su rueda sin fin.

Este es el bellísimo origen de esos árboles llenos de bolas rojas y guirnaldas doradas y de toda la decoración llena de manzanas  con la que por estas fechas  alegramos nuestros hogares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario