domingo, 30 de diciembre de 2012

Joseph Rudyard Kipling


Hoy hace 147 años que nació Joseph Rudyard Kipling.
Hoy quiero dedicarle este pequeño homenaje, porque lleva cuarenta años acompañándome, no solo con sus novelas y cuentos, magníficos todos ellos, sino con el poema que más me ha marcado, de los muchos que he leído en esta vida,  desde que lo hice, a los 7 años. Encabezaba la marcha triunfal de las doce mejores novelas de aventuras que se ofrecían a mis ávidos ojos infantiles en dos tomazos lujosamente encuadernados, y aunque tardé años en apreciarlo en todo lo que valía, sus versos se me grabaron a fuego en el corazón.
Me ha hecho pensar mucho, me ha hecho sentirme mejor a veces, y a veces peor, pero siempre ha estado ahí. Siempre, porque como me dijo una vez un gran amigo, cuando se lo di a conocer, este poema es:

 «Un recordatorio, para cuando las fuerzas merman y la voluntad flaquea. A veces hay que mirar atrás, para seguir mirando adelante

Si…

Si puedes estar firme cuando a tu alrededor
todo el mundo se ofusca y tacha tu entereza;
si cuando dudan todos, fías en tu valor,
y al mismo tiempo sabes excusar su flaqueza.

Si puedes esperar y a tu afán poner brida,
o blanco de mentiras esgrimir la verdad,
o siendo odiado, al odio no dejarle cabida,
y ni ensalzas tu juicio, ni ostentas tu bondad.

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey;
si piensas, y el pensar no mengua tus ardores;
si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo, como a dos impostores.

Si puedes soportar que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados
o mirar hecha trizas tu adorada quimera,
y tornar a forjarla con útiles mellados.

Si todas tus ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar,
y las pierdes, y luego, con bravo corazón
sin hablar de tus pérdidas, vuelves a comenzar.

Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante,
para emplearlos cuando en ti todo flaquea,
menos la voluntad, que te dice: ¡adelante!

Si entre las turbas das a la virtud abrigo;
Si marchando con reyes, del orgullo has triunfado;
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si eres bueno con todos, pero no demasiado.

Y si puedes llenar los preciosos minutos
de sesenta segundos de combate bravío,
tuya es la tierra y todos sus codiciados frutos,
y lo que más importa: ¡serás hombre, hijo mío!

J. Rudyard Kipling

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