viernes, 7 de febrero de 2014

REYES DE AIRE Y AGUA, de Jesús Fernández Lozano

Ficha técnica:

Título: Reyes de Aire y Agua
Autor: Jesús Fernández Lozano
Editorial: Cápside
ISBN: 9788494060632
Páginas: 248
Ilustración de portada: Olga Esther.

Sinopsis:
Todas las historias tienen algo de verdad y de mentira, pues son tan ciertas o tan falsas como el hombre que las cuenta. Prestadme oídos en esta ocasión, pues mi abuelo me contó esta historia, y de todas las cosas buenas o malas que hizo, en esta vida, jamás mentira alguna salió de sus labios en las muchas ocasiones en las que habló conmigo. Así como él me la contó, yo os la cuento, honradas gentes, para que andéis precavidas en el comercio con las hadas y aprendáis que sólo dificultades pueden esperar los que se cruzan con tan extraño pueblo.

Opinión personal:
Lo primero que me llamó la atención de este libro fue su portada. Magnífica para mi gusto, evocadora y a la vez intensa. En primer plano, una niña, en escorzo,  nos invitara a seguirla, a adentrarnos en el libro. Al fondo de la imagen, un bosque gris y brumoso que se adivina en la lejanía. A su lado, un rey sapo, enorme y coronado, la observa con sus ojos saltones, hierático. Destacan dos colores con fuerza: el rojo de los labios infantiles, a juego con el jubón sin mangas que lleva la niña sobre un tutú blanco, y el negro de unas alas de cuervo que brotan en su espalda. Negra es también máscara en forma de pico de esa ave que le cubre parcialmente la cara. En la contraportada, un gato negro, acompañado de luciérnagas, también parece conducirnos tras un árbol, al fondo del bosque. 
Ambos, la niña de la portada y el gato, nos invitan a acompañarlos, a adentrarnos en la espesura del mundo feérico.
Y eso hacemos.
De la mano de un precioso poema, nos introducimos en un libro de cuentos de hadas, al más puro estilo de las narraciones antiguas, esas que nos contaban las abuelas a la luz de la chimenea, como se han de contar los historias de hadas. Historias que no deberían pasar de moda, que siempre tendrían que acompañar a los niños, cuando se duermen con el corazón trémulo de deseo de aventuras y de temor a las mismas al mismo tiempo. Adentrarse en el mundo de las hadas, como bien se dice en el libro, es a la vez maravilloso y peligroso, pues seres extraños lo pueblan y nunca sabes de qué humor vas a hallarlos.
Cinco preciosos cuentos entrelazados nos conducen por un mundo fantástico al más puro estilo clásico, con animales que hablan, magos malvados y bondadosos, hadas que conceden deseos, enanos avarientos, castillos mágicos, princesas encantadas y trovadores enamorados. Y enmarcándolos, al principio y al final, dos bellísimos poemas, dos hermosas canciones que se clavan en el alma como el junco en el estanque, y ahí permanecen, para siempre, en el corazón de quien los lee.
Los distintos argumentos tienen un sabor añejo, familiar, como si fuera un cuento mil veces contado que, a la vez, es nuevo, nunca oído. Ese es uno de los factores en los que radica la maravilla de este pequeño volumen. Sus historias, tiernas, emotivas, capaces de sacarnos una sonrisa y una lágrima, nos dejan el regusto amargo que narraciones eternas. Ahondando en las más profundas raíces europeas, nos cautivan con rapidez, y sus escasas 240 páginas se nos hacen aún más escasas, saben a poco, a muy poco, y nos dejan con ganas de más, tanto por las historias como por los temas que tratan.
No son cuentos con moraleja al estilo de las fábulas, ni aleccionadores como los más clásicos, pero sí que consiguen hacernos pensar. Sobre el destino, sobre nuestra función en el tejido de la vida, sobre cómo nuestros actos repercuten en los demás y cómo los de los demás lo hacen en nosotros. Sobre la honestidad y el amor. Y en todos ellos encontramos trampas, guiños y, al final, como tema principal, la amistad entre todo tipo de seres.
Los distintos personajes que pueblan este libro, están vivos, muy vivos, y son tan reales, a pesar de ser gatos fantasmas, grillos que hablan cantando, fuegos fatuos, hadas verdes o hermosas carpas doradas, que en ningún momento dudamos ni de su existencia ni de su personalidad. Jesús sabe muy bien dar volumen con cuatro pinceladas a los habitantes de su mundo con tal fuerza, que se comparten con ellos penas y alegrías, emociones y esperanzas.
Lo consigue gracias a un estilo barroco pero, a pesar de ello, elegante, sin caer en la sobreadjetivación abusiva que encontramos cuando el vocabulario es escaso y abundan los lugares comunes. El autor huye de ello y, sin embargo, su prosa rica y trabajada nos deja ese sabor de las narraciones antiguas, de los cuentos con olor a chimenea y al moho de los libros viejos. Ese lenguaje tan bien dominado nos arrastra con rapidez por ese agujero profundo hasta el país de las maravillas, donde todo es creíble y armónico, pues los cuentos, a pesar de ser de diferente longitud, mantienen una estructura coherente y un ritmo pausado, sin ser lento, que nos va a permitir paladear la prosa exquisita y el estilo impecable.

Jesús consigue lo que se propone, contarnos cuentos de hadas, y no solo lo consigue sino que lo hace muy bien. Es un libro mágico para que nuestros hijos se queden prendados de ese mundo fantástico de las hadas, pues es digno, por su musicalidad, de ser leído en voz alta. También para que nosotros, más adultos, nos sumerjamos con deleite entre la bruma del mundo arcano. 

Respecto a la parte técnica, cabe destacar, aunque no debería ser lo excepcional, sino lo habitual,  la ausencia casi total de fallos y erratas que hablan de una cuidadosa edición. Solo dos letras bailadas que son de muy difícil detección y que considero erratas sin importancia.