Esta entrada la publiqué hace dos años en la web El vals de la araña.
Sigo sintiendo lo mismo respecto a estas estupendas novelas y su autor.
QUE LA TIERRA TE SEA LEVE, BRIAN ALDISS
El domingo me sorprendí al conocer la
noticia de la muerte de Brian Aldiss. Sé que no debería hacerlo, pues era ya
muy mayor (noventa y dos años y un día) y hace muchos años que lo conocí como
lectora. Pero en realidad, más que sorprenderme, me ha dolido. Me duelen
siempre las noticias de la muerte de escritores que me han llegado con sus
textos, aunque sea ley de vida y tenga muy claro que nadie es eterno.
Brian Aldiss me marcó. Leí primero La nave estelar y me dejó con muchas ganas de más.
Esa nave a la deriva, en la que la Historia ha desaparecido, en la que hay
tribus de humanos en diferentes grados de civilización aislados entre ellos, me
pareció fascinante en su momento. También es cierto que aún no había leído a
Robert A. Heinlein y su planteamiento me pareció novedoso. Leí después otras
obras suyas que no me acabaron de gustar, como Frankenstein
desencadenado. Pero cuando decidí darle una oportunidad a Heliconia, allá por 1990 me reconcilié con él.
Reconozco que no es una lectura fácil. Su estilo es denso, literario, un tanto
barroco, bastante alejado de lo que suele ser habitual en el género. Sus
personajes no tienen el protagonismo de otras novelas de la época, pues son
meros utensilios para profundizar en lo que a él más le interesaba en ese momento:
la creación de mundos y civilizaciones, la adaptabilidad del hombre en
conjunto, como sociedad a un entorno que varía de forma paulatina y radical.
Brian Aldiss escribe casi un tratado sobre la formación de las culturas y las
sociedades en un mundo en el que las estaciones son muy largas (sí, en
Heliconia duraban siglos mucho antes de que en Invernalia temiesen la llegada
del invierno) y las civilizaciones nacen, crecen y mueren al compás de los
cambios climáticos. Civilizaciones que tienen que adaptarse a la desaparición
de elementos vitales y la aparición de otros nuevos. Plantas y animales cambian
y el hombre el que debe adaptarse a todos esos cambios tan brutales. Como
estudiosa de las religiones antiguas y su evolución, el concepto que utiliza de
la Historia me interesó mucho, pues integra las religiones en sus
civilizaciones de una forma muy lógica y dándoles una importancia clave, algo
que también aparece en La nave estelar y
con mucha más fuerza en Heliconia. Es curioso cómo, a pesar de que no sea un
autor de personajes, pues estos quedan un poco desdibujados y un tanto planos,
la forma que tiene de utilizarlos como vehículo conductor de la trama y la
narración me resulta interesante. Personalmente creo que Aldiss le da al tema
sociológico una mayor importancia que a la trama en sí. Y ya es difícil que un
autor que hace eso consiga gustarme.
Pero yo me he lanzado a hablar de una de
las trilogías que más se me han grabado en el recuerdo y apenas he hablado de
él. Brian Aldiss, para quien no le suene de nada este señor, es un escritor
inglés de Ci-Fi, perteneciente a la llamada «Nueva Ola». Condecorado en el
ejército inglés, al que perteneció hasta el fin de la II Guerra Mundial, se
hizo librero tras ella y comenzó a escribir. Fue ganador de premios como el
Hugo, el Nebula, el John W. Campbell y el Pilgrim. No me extiendo en ello, pues
en la Wikipedia y en muchos otros sitios encontraréis los detalles, y seguro
que habrá muchos obituarios —eso espero, creo que lo merece—, todos mejores que
este mío, que los recojan.
En los años sesenta, tras publicar en
1958 La nave estelar se gana el respeto del público con
sus relatos y sus novelas, sobre todo en la época de colaboración con Ballard,
tras la cual experimenta con nuevas formas de narración que no son muy bien
recibidas por los lectores y que hacen que sus ventas bajen mucho, hasta que en
los años ochenta publica su trilogía Heliconia, de
la que he hablado antes.
¿Qué es lo que hace que este señor sea tan
importante en la Ci-Fi? Pues son varias cosas. Seguro que cada autor de reseña
o artículo comenta lo que más le interesa o lo que a sus ojos tiene más
importancia, y eso es lo que yo voy a hacer. Al fin y al cabo, esto es solo un
pequeño homenaje de una lectora a alguien que le ha hecho disfrutar mucho con
sus novelas. Para mí su importancia reside en que publica Non Stop —traducida por Nebulae como La nave estelar en uno de los grandes destripes de
la literatura— en 1958. Esta novela se podría considerar una precursora de esa
«Nueva Ola» de la Ci-Fi que se desarrolló plenamente a finales de los sesenta y
sobre todo en los setenta y de la que Aldiss fue uno de los grandes maestros y
que alcanza una altura considerable con Heliconia. En este
periodo nos encontramos obras más mentales e introspectivas, más enfocadas al
hombre y a su psiquis, a su evolución como ser humano que a la aventura y la
ciencia. La suya es una Ci-Fi más encaminada a la sociología como ciencia que a
otras ciencias más exactas como pudiera ser la biología, la medicina, la
farmacología o las ingenierías. Y eso me gusta. Ese concepto de nave
generacional, que se da también en cierta forma en Heliconia, si consideramos
como tal todo el planeta, nos muestra más que la evolución del sujeto, la de la
sociedad en sí. En Heliconia aún se pone más de manifiesto con esa nave en
órbita que registra y analiza la evolución de las distintas civilizaciones del
planeta.
El tiempo pasa. El tiempo ha pasado desde
que leí por última vez a Aldiss y en ese tiempo estoy asistiendo al ocaso de
las generaciones de pioneros. Fueron grandes, se atrevieron a innovar, a
buscar, más allá del espacio exterior, la última frontera. Fueron hasta el
infinito y más allá y nos trajeron miles de historias que nos hicieron soñar.
Ahora se nos ha ido uno de los grandes.
Gracias por todas tus historias, maestro.
Que la tierra te sea leve.
Good information.
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