domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Dragones en la Ciencia ficción? Los Dragoneros de Pern

Hoy voy a presentaros a una de las grandes damas de la literatura fantástica, pero fantástica en todas sus acepciones, con mayúsculas. Anne MacCaffrey fue una gran escritora que supo conjugar épica y ciencia ficción con tan gran habilidad que hoy, 42 años después de ser la primera mujer en conseguir un premio Hugo, cada una de las corrientes de este género literario se la disputa.

Anne Inez McCaffrey es, junto con Úrsula K Le Guin, y Marion Zimmer Bradley, uno de los nombres femeninos más importantes de la ciencia ficción anglosajona del siglo XX. De padres irlandeses, nació en Cambridge, Massachusetts, el 1 de abril de 1926, donde se graduó cum laude en Lenguas y Literatura Eslavas en 1947. Irlandesa de origen (en un 99%), decía de sí misma: “nací en los comienzos de un mes de abril. Desde entonces hasta que escribí mi primera novela en las clases de latín, no hice nada de particular”.

Escritora principalmente del género de Ciencia Ficción, conjuga este género con la literatura épica, estando muchas veces sus obras catalogadas de literatura juvenil aunque realmente son aptas para todos aquellos que quieran disfrutar de muy buenas historias muy bien escritas. Esto lo atestigua la gran cantidad de premios cosechados a lo largo de sus 50 años de trabajo, desde que publicó por primera vez La nave que cantó, en 1961, una colección de relatos cortos. 
Hasta 1967 no publicó Reconstituida, novela de ciencia ficción, que fue seguida en 1968 por El vuelo del dragón, la novela con la que comienza la saga de Pern, y por la que obtuvo el Premio Hugo, siendo la primera mujer en obtener tal galardón. En 1971 se publicó la segunda novela, La búsqueda del dragón y en 1978 la tercera, El dragón blanco, con la que obtuvo el premio Ditmar. 
Escribió gran cantidad de relatos y novelas, sola o en compañía de otras grandes escritoras. Hoy quiero comentar la saga que le hizo famosa y por la que recibió el apodo de “Señora de los Dragones” y con la que ganó premios y fama mundial. Desgraciadamente nos dejó hace unos días, el 21 de noviembre pasado. Sirva este pequeño artículo como homenaje a una gran escritora.
LOS DRAGONEROS DE PERN
Ciruelo Cabral 
En la primera novela que escribió de esta saga, El vuelo del dragón, nos encontramos en un mundo imaginario, en una sociedad medieval, en la que durante milenios los magníficos dragones de Pern han luchado fieramente al servicio de la humanidad. Los hombres que los cabalgan constituyen, en el sentido más exacto del término, una raza aparte, cuyos especiales poderes telepáticos, que convierten a jinete y montura en una sola entidad, les permitía combatir a las terribles hebras que periódicamente llovían con mansa ominosidad sobre el planeta.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El señor de Lordemanos, de Miguel Ángel Badal Salvador

Datos técnicos:
Título original: EL SEÑOR DE LORDEMANOS
Nº de páginas: 294
Autor: Miguel Ángel Badal
Editorial: De librus tremens
ISBN: 978-84-15074-20-5

Sinopsis del argumento: Año 1050. El territorio de Galicia se agita convulso ante la implacable amenaza que se cierne desde las aguas del norte, anunciando el albor del final de los tiempos. Sentado frente al pupitre en el que trabaja, el obispo Cresconio se debate entre turbadores pensamientos, aterrorizado ante la idea de que los paganos lordemanos puedan saquear toda su diócesis y profanar el santuario sagrado del apóstol Santiago. Condenado por Roma, sobre su cabeza pesa la idea de morir excomulgado y padecer eternamente los horrores del infierno; pero entre sus pensamientos se deslizan las evocaciones de otra época, un tiempo en el que la tierra carecía de rey y en el que él mismo hubo de empuñar la espada.

Hace un mes, como ya os conté en una entrada anterior, fui a Bibliocafé, lugar emblemático de Valencia donde los haya, a una presentación del libro que vengo a comentar. Hacía tiempo que tenía un poco abandonada la novela histórica, pues, tras un atracón de romanos, legiones, centuriones y demás acompañantes, había estado un tanto saturada y  había decidido tomarme un periodo de descanso. Pero como ya empezaba a echarla de menos, me dejé convencer por los dos escritores, presentador y presentado, y me hice con el libro. La verdad es que me apetecía, después de un largo paréntesis, volver al medievo en todas sus vertientes, historia, literatura, cine, música... Siempre voy por épocas.

Nada más salir, casi antes de llegar a casa, empecé a leerlo. Pero hube de dejarlo unos días aparcado por motivos de trabajo acumulado. Cuando ya llegó el fin de semana y me encontré más libre me sumergí totalmente en su lectura. Han sido tres días arduos, ya que no es una novela para lectores poco experimentados, pero ha valido la pena, y aunque tiene, como la mayoría de las obras, luces y sombras, creo que las primeras son mucho más que las segundas.

Esta novela histórica, exquisitamente documentada y perfectamente escrita consigue, desde los primeros párrafos, sumergirnos totalmente en la Galicia medieval. No es una novela de fácil lectura, pues la ambientación, así como el léxico la hacen un poco costosa para quien no esté acostumbrado a modismos y vocabularios un tanto arcaicos, pero la fluidez del estilo del autor compensa esa dificultad. Para allanarnos aún más el camino, al final del libro hay unos apéndices que nos facilitan mucho la comprensión tanto del momento histórico como del vocabulario utilizado.

El personaje central, el eje en torno al cual gira toda la obra es el obispo Cresconio que nos va narrando en primera persona los sucesos que recuerda mientras escribe la crónica de lo acaecido. Este personaje, bien descrito, y bien retratado, aunque un poco esquemático, deja muy atrás en cuanto a personalidad al resto de los habitantes de aquellas tierras. Incluso el señor de Lordemanos, aquel que da nombre a la novela, se queda plano, casi anecdótico, en comparación. La forma de tratar a los personajes es uno de los puntos más débiles de la obra, ya que, el hecho de darles poco relieve, junto con la narración que alterna la primera persona cuando escribe lo que recuerda el monje, y en tercera persona cuando se narra la trama, nos recuerda más a una crónica que a una novela en sí. Esto, que para aquel que va buscando una novela de acción puede ser un defecto o un lastre, para aquel que disfruta con una buena recreación de un ambiente medieval y de la novelización de un hecho histórico es un punto a su favor.

En torno a este personaje se envuelve una trama que sirve para mostrarnos el tema principal de la novela: que la presencia de lordemanos, de los pueblos del norte en las costas cantábricas era mucho más frecuente de lo que la gente piensa. Pero entorno a esa presencia se teje con maestría un ambiente de miedo, casi de terror, de la gente que vivía en esas tierras, personificada por su obispo. Era miedo a los ataques de los lordemanos, y miedo a las incursiones de los sarracenos, miedo a las guerras intestinas de los barones en una tierra que al carecer de rey, carece de gobierno y de ley. Y además, es miedo al propagado fin del mundo, miedo al fin del milenio anunciado en las escrituras, que se palpa con todas las calamidades que acechan a la gente llana que sobrevive como puede. Y por parte del  obispo es miedo a morir en un momento en el que el amor por su tierra y su honestidad lo han llevado a la excomunión.

Ese ambiente amedrentado, oscuro y terrible es lo que Miguel Ángel sabe transmitirnos con fuerza, sabe hacer que nos sintamos transportados cuando nos acostumbramos al lenguaje y nos metemos en la piel del bueno del obispo. Esto lo consigue gracias a lo que para muchos será el mayor impedimento para disfrutar de esta novela: el lenguaje que utiliza. Este es arcaico sin resultar ininteligible, repleto de modismos y expresiones en desuso, pero que por el contexto se entiende en su mayor parte. En manos de alguien que lo utilizara con menos brillantez y acierto podría ser un punto muy negativo, pero en este caso solo hace que aumentar el valor literario de esta obra.

Otro punto que no acaba de convencerme, sin ser ningún defecto serio ni ningún impedimento para disfrutar de este libro, es el hecho de que, cuando el narrador cuenta la trama «actual» se retrotrae en demasía a los usos y modismos que está utilizando cuando la historia es narrada por el obispo Cresconio, habiendo muy poca diferenciación lingüística entre personaje y narrador, Creo que aquí, diferenciar un poco más el lenguaje, dejando el del obispo con todos sus modismos y arcaísmos y modernizar el del narrador, habría sido darle un punto más de agilidad a la lectura de la novela. A pesar de ello, la narración mantiene su coherencia y los diálogos quedan perfectamente encajados, sin resultar forzados, pero dando poco relieve a los personajes. Es esta una obra en la que las descripciones, controladas en su justa medida, la ambientación tan cuidada, y la documentación tan exhaustiva, priman en contra de una agilidad narrativa de la que adolece.

A pesar de eso, la novela se estructura perfectamente en torno a la vida del monje y a la crónica que está redactando, pero creo que deja un poco de lado el que en principio debería ser el eje central y es el señorío vikingo de Lordemanos, aunque mantiene la tensión de una forma constante y adecuada

Indicada sobre todo para un lector experimentado, que busca encontrarse con la historia a través de la literatura y que ya sabe a lo que va, puede ser considerado un libro un poco arduo por el lector medio que busca una novela de aventuras ambientada en el medievo.

Factores positivos que destacan: Su exquisita documentación y ambientación, y un gran dominio del lenguaje que hace que en cuanto se coja el ritmo se disfrute un montón de una prosa elegante y muy cuidada.
Factores negativos que destacan: la superficialidad de los personajes, que en su mayoría son meros comparsas siendo el obispo el único que destaca un poco más pero no lo suficiente para hacer que el lector sienta empatía con él.

En conclusión, es una novela histórica muy recomendable para los habituales del género, que nos muestra, con una prosa cuidada y muy bien escrita, (cosa muy de agradecer) una época poco explorada y rica en acontecimientos y en vivencias dignas de ser narradas. Yo he disfrutado mucho con ella, y pienso estar muy pendiente de las próximas obras de este autor novel. 

sábado, 22 de octubre de 2011

El monstruo en mí, de Jose Ignacio Becerril

Este libro, publicado por la editorial Saco de Huesos, es una antología de ocho cuentos del llamado género “fosco” y uno de ciencia ficción. Los relatos, dentro de este género que funciona a caballo entre la fantasía y el terror, los podemos clasificar a su vez en diversos subgéneros: costumbrista, romántico, policíaco, fantástico o simplemente terror. Todos tienen en común el protagonismo del monstruo, a veces interno a veces externo, salvo el último, que es un relato de Ci-Fi que no cumple esta premisa.

Esta antología de cuentos me ha llamado mucho la atención. No suelo leer relatos, no es un género que me guste en exceso, siempre lo digo. Suelen saberme a poco. Y Tampoco suele gustarme el género de terror, en ninguna de sus vertientes (novela, relato, cine…) porque suele darme muy poco miedo y por lo general me aburre mucho. Pero esta antología ha conseguido inquietarme realmente. Cada uno de esos relatos ha sabido tocar alguna parte de mi interior y, bien por una cosa, bien por la otra, ha sabido conectar conmigo de una forma que no es nada habitual y a la que no estoy nada acostumbrada. No es la temática en sí, en realidad nueve temáticas sobre monstruos diferentes; es, sobre todo, la forma de abordarlas y la forma de narrarlas lo que ha llegado a conseguir que, después de la lectura de cada relato, tuviera que parar para asimilarlo. Eso puede parecer normal en otros lectores. Quien me conozca sabe que si hago eso es porque algo diferente pasa con ese libro.

Uno de los factores que hacen que esto pase es que Nacho sabe crear a los personajes con cuatro palabras. Y alguno de ellos de tal manera que le pones nombre, apellidos y hasta foto. Esto es algo que para mí es muy importante, casi básico en cualquier tipo de narración; si no me creo a los personajes me da igual lo maravillosa que sea la historia, lo bien urdida que esté la trama o la sublime exquisitez de la prosa; si los personajes no me parecen reales no conecto y no me gusta. Creo que esto es uno de los puntos más fuertes que tiene este escritor, que deja de contarnos una historia para contarnos la historia de fulanito, de menganito, y están ahí, los ves, y los sientes. Hasta los personajes de los relatos que escribe uno de los personajes de un relato te parecen reales. Y con eso juega, y muy bien, por cierto.

Otro de los factores es, por supuesto el tema tratado en los relatos. Como el nombre de la antología indica, es el monstruo que todos llevamos dentro, y que no siempre es el que parece ser. Y a veces lo es, también. Nacho sabe jugar muy bien al despiste, por lo que en todos los relatos acaba sorprendiéndonos. En unos porque nada es lo que parece, y en otros porque al ser tan predecible la historia, te sorprende que ese final sea el que toca, el que es lógico, el que todos damos por supuesto y estamos esperando que sea cualquiera menos ese. Pero siempre está ahí presente el Monstruo. Ese monstruo que cualquier persona puede llevar en su interior, a veces solo peligroso para sí mismo, en forma de una fobia, una enfermedad; a veces peligroso para toda la sociedad; a veces tierno, otras salvaje, despiadado, pero nunca, nunca, neutro.

Quizá el factor determinante en la buena impresión que me ha causado este libro sea su  forma de escribir: me gusta. Sabe transmitir las ideas con mucha claridad, no resulta difícil seguirlo. Todo lo contrario, te introduce rápidamente en la historia de forma absorbente y te arrastra  de tal forma, que lo que menos percibes es el estilo, pero eso solo se consigue cuando una obra, como lo está esta, está bien escrita. Las descripciones son parcas y precisas, al igual que los diálogos. Con cuatro palabras es capaz de introducirnos en cada uno de los relatos de un plumazo, en transportarnos a cada una de las historias y sumergirnos por completo en ellas. Ésta creo que es su principal virtud. La historia puede o no puede gustarte, pero la vives. Cada uno de los diálogos encaja a la perfección en los personajes. No hay muchos, porque los relatos son cortos, pero son indiscutiblemente uno de sus puntos fuertes. Respecto a  la ambientación, con cuatro palabras te sitúas perfectamente en el lugar donde están ocurriendo los hechos. Te sientes introducido en el ambiente con gran rapidez. Respecto a la estructura, cada uno de ellos tiene la suya propia, que difiere mucho de unos a otros, adaptándose en todo momento a la historia y al clima que el autor quiere darle. Todos los relatos son coherentes en sí mismos y en la antología salvo el último, el de Ciencia Ficción, que queda un poco descolgado de la uniformidad de la antología, tanto por la historia, como por el clímax o el estilo narrativo. Mientras en los ocho primeros hace gala de una buena habilidad narrativa, en el último se dispersa y se ralentiza, en unos momentos, para acelerarse y atropellarse en otros, quedando puntos narrativos poco definidos. Los protagonistas se nos desdibujan, haciéndose más planos que en el resto de los relatos, y la  historia en si conforma un todo poco creíble que a mí, por lo menos, me ha dejado fría.

La portada no me acaba de gustar. La idea sí, la idea de una figura humana actual con cabeza monstruosa, en una reminiscencia del minotauro si me gusta, pero el desarrollo de la ilustración, no. Me parece que queda un poco frío, sin resultar atractivo en sí, aunque refleje la idea que se pretende transmitir con los relatos.

En resumen, es un libro que recomendaría a los amantes del género, y a los que no lo son,  tanto por sus historias muy interesantes como, por la prosa cuidada y ágil. Es un libro que me ha dejado muy buen sabor de boca, y con ganas de mas, de mucho más.

sábado, 1 de octubre de 2011

LAS PUERTAS DE LA CASA DE LA MUERTE. MALAZ 2


SINOPSIS: En el desierto de Raraku, Sha’ik, la vidente y sus seguidores se preparan para el levantamiento profetizado largo tiempo atrás, “El Torbellino”. Esclavizada en las minas de otataral, Felisin, la más joven de la deshonrada Casa Paran, sueña con la libertad  y jura vengarse, mientras que los Abrasapuentes proscritos, Violín y Kalam conspiran para liberara al mundo de la emperatriz Lassen (aunque la voluntad de los dioses, como siempre, parece ser otra). Y al tiempo, dos antiguos guerreros cargados con un secreto devastador penetran en esta tierra asolada, un comandante del Séptimo Ejército de Malaz, lidera sus agotadas tropas en una última y audaz carrera para salvar las vidas de treinta mil refugiados.

Opinión personal:
Nos encontramos de nuevo en las siete ciudades, pero ahora la trama aun se complica más, se vuelve más frenética, más dividida, con diversos frentes abiertos, cada uno de los cuales comprendería por si mismo una apasionanate novela.

Ahí radica su  tremendo atractivo y la también dificultad que entraña ser capaz de fijar la atención en diversas líneas argumentales, que se van entrecruzando como un complejísimo tapiz, en el que cada uno de los personajes es un hilo de brillante color, de relieve especial, que aparece y desaparece, engullido en unas escenas emocionantes, trepidantes y a veces demenciales que necesitan de una imaginación muy vívida para poderlas abarcar.
Estos personajes, algunos viejos conocidos de la novela anterior, como los Abrasapuentes, el joven Azafrán, o Lástima, y otros,  nuevos y muy intensos, como la joven Felisin, o Duiker, el historiador, nos van desgranando su historia paso a paso. A traves de sus andanzas y de sus penurias, avanzamos por una trama que los trata a todos ellos, vívidos y muy reales, sin miramientos, con crueldad refinada. El autor hace que en cada página nos sobrecojamos con una vision descarnada de lo que es la esclavitud, la guerra, las matanzas y en suma, la barbarie humana, ya que aquí no se escatima nada. Ni sangre, ni suciedad, ni miseria ni dolor, sea este físico, mental o emocional. Como en cualquier guerra, como en cualquier contienda real.
Y como en la vida real, no hay ningún personaje bueno ni malo, sino que todos son tremendamente humanos, hasta los dioses, que interfieren una y otra vez con los mortales.

En esto se basa otro de los grandes atractivos de esta saga épica: en la falta de histrionismos, de exageraciones. Es su gran humanidad lo que hace que frases, sentimientos y pensamientos de los personajes te calen en lo más hondo y te sobrecojan. Esa libre eleccion, esa falta de determinismo, ese albedrío propio de la gente de carne y hueso hace que entendamos lo que cualquier ser humano es capaz de hacer cuando se ve llevado al límite de su cordura.  

Porque en esta segunda parte, todos están abocados a perderla, todos parecen ser conducidos más allá de los limites hacia la locura de la irrealidad, en un mundo en el que las bases de la magia, las sendas por las que transita, se ven alteradas, estremecidas en sus cimientos, y sacuden como un terremoto toda la realidad, haciendo que cualquier proyecto, cualquier plan, se vea sometido al azar de una magia que parece haber perdido el control,  y de unas decisiones tomadas siempre al borde del caos, hasta llevarnos a un  final sorprendente que nos deja en suspenso, esperando el desenlace de aquello que no lo ha tenido, o que habiéndolo tenido no nos deja estar seguros de nada. Porque nada es lo que parece, y si algo no es esta novela , es predecible.

Eso no quiere decir que sea una novela que se devora, que se lee rápido. No. Es una novela para saborearla, para disfrutarla poco a poco, asimilando cada una de sus tramas, porque he de reconocer que muchas veces, la escasa prolijidad de las descripciones, tanto del paisaje como de los personajes, hace que tengamos que tirar mucho de la imaginación, y eso nos obligue a realizar un gran esfuerzo para comprender muchas situaciones, haciendo que algunos tramos parezcan en un principio un poco confusos.

domingo, 28 de agosto de 2011

LOS JARDINES DE LA LUNA. MALAZ 1

SINOPSIS:
Tras interminables guerras, amargas luchas internas y sangrientas confrontaciones, incluso las tropas imperiales necesitan un descanso. Pero la obsesión expansionista de la emperatriz Lassen no tiene límites y cuenta con el apoyo de sus sanguinarios agentes de la Garra. Tras el último asedio, el sargento Whiskeyjack y su pelotón de Abrasapuentes necesitan tiempo para descansar y enterrar a sus muertos, pero Darujhistan, la última de las Ciudades Libres de Genabackis los espera. Es el objetivo último de la insaciable emperatriz. Y parece que el imperio no es el único que codicia esa plaza: fuerzas siniestras conspiran dentro y fuera de las sendas mágicas y todo indica que los propios dioses se preparan para la batalla

OPINIÓN PERSONAL:
En esta obra, la primera de una saga, nos introducimos por primera vez en el mundo de Malaz, y vamos tomando contacto con él de la mano de sus principales protagonistas. Los Abrasapuentes, el capitan Paran, la consejera Lorne, el joven ladrón Azafrán, todas las facciones y submundos que pueblan Darujhistán, y como no, las otras razas, los no humanos, magos y esenciales, están luchando entre si, abierta y ocultamente.
Todos parecen darse cita en un punto y momento concreto, pues algo los está convocando. Hasta los dioses se ven impelidos a hacer acto de presencia y nadie sabe que suerte es la que está echada, pues nada garantiza quien puede salir indemne y quien verse abocado a la destrucción total.

Los jardines de la luna es, sin duda, una de las novelas de fantasía épica más compleja que he leído en mi larga vida de lectora. No es una novela para principiantes, ni una novela juvenil. Es una novela para lectores experimentados que buscan algo más que una típica historia de magos y emperadores conquistando territorios.

Y como obra compleja que es, es una de las que más tiempo me ha llevado terminar. También es una de las que más he disfrutado por su enrevesada trama y por lo elaborado de sus personajes. No hay ningún personaje principal que te deje indiferente, todo lo contrario. Todos te alcanzan, todos te llegan. Pues si alguna característica especial tiene esta novela, es que, aunque hay bandos, no hay buenos ni malos, todos los personajes tienen una personalidad tan compleja, tan definida, tan poco lineal, que ves todas sus facetas como las de cualquier persona, y eso a pesar de las diferencias tan abismales con cualquier otro mundo, raza y situación leída o conocida.

Quizá sea esta diferencia con lo conocido lo que acentúa su complejidad, pues al crear un universo nuevo con razas, dioses, historia y ritos propios, totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados, nos obliga a reubicarnos constantemente y a borrar todas las similitudes que intentamos establecer en nuestras mentes con universos conocidos.
No es novela para pasar un ratito, para leer mientra se ve la tele. No es lectura fácil, pero recompensa ampliamente a quien decida sumergirse y ser absorbido por un mundo nuevo, oscuro y atrayente, que nos dejará, a quien supere la primera prueba, con una sensación de haber alcanzado un escalón importante en la literatura fantástica


FICHA TÉCNICA
Título: LOS JARDINES DE LA LUNA
Autor: STEVE ERIKSON
Colección:COLECCIÓN FANTASIA
Editorial: LA FACTORIA DE IDEAS
Páginas: 506
ISBN: 84-9800-509-7
Portada: STEVE STONE
Género: Novela / Fantasía Épica

jueves, 21 de julio de 2011

ODIN

En otro artículo anterior comentaba la dualidad que encontramos en la religión escandinava respecto a los dioses principales del panteón, representada por Tyr y Odín. En él hablaba de Tyr. Ahora es el momento de hacerlo de Odín.

Como decía en el artículo sobre mitología germana, Odín, hijo de gigantes,junto con sus hermanos Vili y Ve mata a Ymir, su antepasado. Con su cuerpo dan forma al universo y a las distintas razas que lo pueblan. Pero su importancia no es solo la de ser el artífice de la creación. Muchas veces se intenta analizar la mitología nórdica y sobre todo a Odín asimilándola a la griega y a Zeus, pero es un gran error. No hay nada peor para intentar entenderla, ya que estas dos mitologías, aunque tengan un origen indoeuropeo común, se asientan en dos culturas muy diferentes.

Odín comparte soberanía con Tyr, mientras que Zeus reina solo. Es al cabo de los años, al extenderse por Europa el cristianismo y con él la cultura mediterránea, cuando la mitología escandinava se centraliza en un dios supremo con el resto de las deidades superditadas a él. Pero para ello tenían que pasar más de dos mil años desde sus orígenes, en los que la mitología nórdica pervive autónoma y fuerte en las remotas tierras del norte
Otra diferencia básica y fundamental son sus atribuciones. Así como Zeus es el señor del cielo, de las tormentas y el rayo, Odín tiene unas atribuciones muy superiores, ya que él es a la vez una deidad dual. Por un lado, como Odín se nos presenta una deidad culta, sabia. Es el señor de la magia, de la sabiduría, del conocimiento. Es el chamán supremo que enseña a los hombres. Por otro lado tenemos a Wotan, el furor. Es el dios irracional, la furia de la batalla, el fin que justifica los medios para fortalecer su poder. Es el dios que, armado con su lanza, se inmiscuye en las batallas para matar el mismo a los héroes elegidos para que formen parte de los Einherjer. Adiestrados una vez muertos su función es, durante el Ragnarok, ayudar a los dioses contra las fuerzas que se les oponen. Son los guerreros que, muertos honorablemente en el campo de batalla, son seleccionados por las valkirias para ser llevados al Valhala, la mitad de ellos para luchar bajo el mando de Odín, la otra mitad para luchar bajo las órdenes de Freyja, diosa de la guerra, el “alter ego” femenino del dios.

Pero Odin, considerado el dios supremo, no lo es en realidad. No manda nada, no es el rey. Es el primero de los dioses por su inteligencia y su sabiduría, pero está sujeto a las normas que Tyr se compromete a hacer cumplir, a unas leyes cósmicas de justicia que se basan en el honor y la rectitud, en el camino del guerrero espiritual que busca el fin más justo.

Esta dualidad de Odín, por un lado con Tyr  en el mando supremo del panteón, y por otro con Freyja, en cuanto a poder y sabiduría, es una de las claves básicas que tenemos que tener en cuenta para entender la mitología germana y sobre todo el papel de Odín en ella.

Bajo la atribución de Odín, el dios aprende de Freyja la magia seid, proveniente de los vanes. Esta magia basada en la manipulación de los objetos, y el conocimiento de las hierbas, y los rituales, está relacionada con el otro mundo, y es la que permite despertar a los muertos para obtener la sabiduría oculta o averiguar el porvenir. Así mismo, inspirado por la sabiduría que le transmite la diosa de la magia, Odín, para alcanzar el conocimiento, se cuelga del fresno Ygdrasil, sacrificando su vida durante nueve días y nueve noches. Así obtiene los secretos de la magia Galdr, que se alcanza a través de las “palabras de poder” o canciones de poder. Para articularlas crea las runas, la forma de transcribirlas y a la vez, aunando sus conocimientos de ambos tipos de magia, poder discernir el futuro para aconsejar el camino correcto a tomar. Estas palabras de poder, transcritas en las runas, tienen diversas atribuciones tanto de protección como de invocación, pero además conforman el llamado camino del guerrero espiritual.

Respecto a la sabiduría de la experiencia y del pasado, esta se halla en poder de la sagrada cabeza del gigante Mimir, dueño del tiempo, que habita en una de las tres fuentes que nutren las raíces del fresno sagrado. Para conseguirla, Odín ha de pagar un tributo, y es el sacrificio de su ojo, pues cuando pierde una visión al depositarlo en la fuente, gana otra. Es por eso que es conocido como el dios tuerto, aquel que con solo un ojo ve más que el resto con dos. También fue el que trajo en su buche, transformado en águila,  la hidromiel sagrada de los enanos que da la inspiración a los poetas y que, al ser  depositada en la caldera Odroerir, no se acaba jamás.

Es también bajo este aspecto que Odín se nos muestra como un dios que, en muchas ocasiones, da amparo, cobijo y aliento al dios marrullero por excelencia, a Loki, dios del fuego y que tras el asesinato de su hijo Balder se convierte en su peor enemigo. Pero antes ha sido su compañero de aventuras, embrollos y engaños. Estos son dirigidos muchas veces contra otros dioses, otras contra los humanos, a los que mata para agregarlos a su ejército de héroes y las más de las veces contra gigantes y enanos, para claramente, apropiarse de sus tesoros o sus propiedades. Odín es un transformista, capaz de alterar su forma a su gusto, pero se narra que le gusta viajar y conocer el mundo como un viejo tuerto, con larga túnica y barba gris. Usa un sombrero picudo azul oscuro de ala ancha y un abrigo azul oscuro. Con su lanza Gungir a modo de báculo, actúa en el mundo de los hombres como instigador de conflictos, lo que logra con tan solo arrojarla entre dos personas.

La otra faceta del dios, la más temible, aparece bajo el nombre de Wotan, nombre que significa “furor”. Bajo ella es el señor de los Berseker, los guerreros dominados por la furia de la batalla, a la que acuden desnudos, solo cubiertos con pieles de oso o de lobo. En ella muestran una furia asesina que no se detiene ante nada ni ante nadie, y con la cual son capaces de sentirse invulnerables al dolor y a las heridas. Estos guerreros, salvajes e imprevisibles, son practicantes de la magia galdr y es al utilizar las palabras de poder, las runas, combinadas con un brebaje especial, cuando caen es ese estado de frenesí asesino. Este grupo de adoradores de Odín, son los que en los pueblos germanos orientales, del otro lado del Rin, han dado lugar al mito del hombre lobo, que luego ha degenerado en el que hoy conocemos.

En su aspecto guerrero, comanda sobre su caballo de ocho patas, Sleipnir, la Asgardreid, la cacería salvaje, al frente de sus guerreros muertos, manifestándose en la noche por un gran ruido de cascos y relinchos. En ella participa acompañado por su esposa Frigg y sus dos lobos Geri y Freki. Y pobre de aquel incauto que se la tropieza, pues se ve incorporado a ella para nunca más regresar al mundo de los vivos

Odín está casado con 3 mujeres. Cada una de ellas simboliza una parte de la tierra:

  • ·       Frigg, la reina de los Ases,  diosa del hogar, la fertilidad y el amor. Conoce el futuro de todos los seres, pero no lo cuenta a nadie. Simbolizaba la tierra cultivada. Con ella tuvo tres hijos:  

o   Báldr, (también llamado Balder o Baldur) el resplandeciente, muerto por las arteras insidias de Loki,
o   Hodr, el enigmático dios ciego que sin pretenderlo mata a su hermano Báldr
o    Hermodr, el ardiente en el combate, que tras la muerte de su hermano Báldr monta a Sleipnir y desciende a los infiernos para rogar a la diosa Hela que lo libere
  • ·         Jörd, la Vanir, que fue esposa y hermana de Njord, y con él, madre de los gemelos sagrados Freyr y Freyja. Esta diosa simbolizaba la tierra primigenia y salvaje, virgen de la huella humana. Con ella tuvo dos hijos:

o    Thor, dios del trueno y la fuerza bruta
o    Meili, dios desconocido del que lo único que se sabe es que existe.
  • ·         Ring, la giganta de la escarcha.  Simbolizaba a la tierra invernal y helada. Con ella tuvo a Vali, llamado a vengar la muerte de su hermano Baldr. Es el dios de los arqueros, señor de la luz eterna, llamado también Liosberi, el portador de la luz.

Odín, además de su caballo de ocho patas Sleipnir, y de sus dos lobos, va siempre acompañado de dos cuervos, Hugin y Munin, Pensamiento y Memoria, que ven todo lo que sucede y se lo transmiten para que lo conozca. Odín posee numerosos objetos mágicos “requisados” a los enanos o fabricados expresamente para él por ellos. Entre ellos está la lanza Gungir, que nunca falla en el blanco y con la que desencadena guerras y conflictos,  y el anillo mágico Draupnir, que cada nueve noches produce otros nueve anillos iguales a él, salvo en la capacidad de reproducirse.

sábado, 2 de julio de 2011

EL CÍRCULO DE KRISKY, de Miguel Puente

Dependiendo de cómo salga del berenjenal en el que me haya metido por su culpa, considero que la curiosidad es uno de mis mayores defectos, o la más grande de mis virtudes. Ayer me empujó a pasarme por la presentación en Valencia de un par de libros del llamado “género fosco”. Este tipo de literatura, definida, por lo que entendí, como un tipo de fantasía oscura, gusta de jugar con el terror, nuestras fobias y nuestras angustias.

No sé si es debido a los muchos cuentos de muertos resucitados, ánimas en pena, brujas, maldiciones, sucesos extraños y conductas aviesas del personal más variopinto, oídos durante mi infancia al calor y única iluminación de una chimenea vieja, o a que la lectura con ocho años de Poe y Lovercraft me curó de espantos, pero lo cierto es que en casi 40 años que llevo leyendo cuanta historia de fantasía cae en mis manos, no he encontrado ningún relato o novela que me estremezca o haya hecho que me sobresalte ante algún ruido. Debido a esa incapacidad para causar emoción en mí,  no suelo interesarme mucho por la novela llamada  “de miedo” o “de terror”. No le encuentro más aliciente que el de la calidad literaria que pueda tener, pues normalmente suelo encontrarlas previsibles y poco interesantes.

Uno de los libros de los que se habló,  El círculo de Krisky, es una  antología de relatos. Esto no es algo que me entusiasme demasiado, pues los cuentos me parecen eso, cuentos, siempre demasiado cortos. A pesar de ser otro punto en su contra decidí probar suerte cuando un amigo me señaló un valor que lo hacía muy atractivo a mis ojos: los relatos tenían bases mitológicas. Mitología: la palabra que, junto a “Fantasía” e “Historia”, hace que se disparen todas las alarmas en mi mente y me sienta atraída por una narración como por un imán.

Así que lo compré, y esta mañana, mientras me tomaba el café he pasado una hora muy agradable enfrascada en su lectura. Pensaba leer un relato o dos mientras desayunaba y cuando me he dado cuenta se habían terminado las páginas. Eso es buena señal, desde luego.

El libro se compone de ocho relatos muy armónicos en su temática y en su estructura, que si bien no me han hecho pasar miedo, ni siquiera un poco de inquietud, sí que me han parecido historias interesantes bastante bien escritas y bien desarrolladas. Tienen la duración adecuada a cada una. Unas son muy cortas, pero sin tener apariencia de estar resumidas. Otras se alargan bastante más, sin que les sobre paja de relleno. Pero todas, con independencia del tema, el estilo o la duración, han conseguido lo mismo: que acabe de leerlos con una sonrisa de complicidad con el autor.

El primero de ellos, Los siete cuervos, está basado en un cuento popular, no muy difundido, que yo conocí en mi infancia como el de “Los siete hermanos cisnes”. El autor coge la historia, la sitúa en Galicia, y la viste con una exquisita ambientación de mitología celta-galaica que  a mí personalmente me ha hecho disfrutar mucho. Me ha parecido delicioso.

El segundo, Una duda razonable, es un cuento muy corto que tiene su punto de sorpresa gamberra y me dejó con la grata sensación de que se trata de un guiño a Poe.

En Psicosomático, quizá de los que  menos me han gustado, la enfermedad mental se mezcla con otras culturas con un resultado inquietante y muy interesante. La forma en que trata la somatización de los problemas mentales es cuanto menos curiosa, pero creo que el final podría haber sido mejor elaborado.

El hombre sin nombre hunde sus raíces en la civilización del creciente fértil. Algún fleco suelto en una historia bastante elaborada hace que este relato no sea lo redondo que podría haber sido. Es una pena, pues tiene elementos suficientes para convertirse en uno de los mejores relatos de la antología.

Sombra, otro de los más breves, hace buena la máxima de “menos es más” y se convierte en uno de los mejores para mi gusto. Inquietante y con un sabor que me ha recordado a King, en sus cuatro páginas condensa sentimientos y emociones muy diversas.

El extraño caso de Elías Fosco es, para mi gusto, el mejor de todos. Ambientado en la Galicia de la transición, con un fondo de mitología, cultura, o superstición (como se le quiera llamar) de la tierra natal del autor, le da otra vuelta de tuerca a la llamada “novela negra” concentrándola en un cuento interesante y muy especial. Lástima algún desliz tonto que lo afea un poquito,  pero que no afecta a la historia.


La cabeza de Dick pone el contrapunto humorístico que sirve para descargar la tensión acumulada tras el relato anterior. Historia simpática y un poco traviesa, nos vuelve a demostrar que este autor se maneja muy bien en las distancias cortas.

El círculo de Krisky es el relato que da nombre y cierra la antología. Basado en las cadenas de mensajes que recibimos todos en nuestros correos con desesperante asiduidad, las mezcla con extraordinaria habilidad con el folklore centroeuropeo, creando un relato capaz de despertar cierta ansiedad, para culminar en un final interesante.

En resumen, este libro me ha gustado bastante, más de lo que me esperaba. Solo algún pero ensombrece el buen sabor que me ha dejado.

Comentarios sobre la edición: un error de maquetación (creo, que yo de eso no entiendo) en una página llama bastante la atención.

Comentarios sobre el autor: algún desliz involuntario y cierta tendencia a perderse en frases largas (un par de veces en todo el libro) son las únicas pegas que podría encontrarle buscando mucho.

Ficha Técnica
Título: EL CIRCULO DE KRISKY
Autor: MIGUEL PUENTE MOLINS
Editorial:  AJEC
Páginas: 167
ISBN: 84-15156-22-2
Género: Antología de relatos.






miércoles, 22 de junio de 2011

El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare

Maldigo la suerte que me hizo nacer 15 años antes de lo debido, cada vez que me enfrento a mi total incapacidad para aprender inglés. Si me hubieran obligado a estudiarlo desde pequeña en el cole, como me pasó con el francés, probablemente ahora sería capaz de desenvolverme con él como con la lengua de nuestros vecinos, es decir, podría mantener un mínimo de conversación y leer cosas no muy complicadas. O muy complicadas, porque es seguro que  el inglés, dado el uso actual de la lengua de la pérfida Albión, lo habría practicado, no como el francés.

Pero esa es la situación actual. El inglés solo lo domino si es bajito y se deja, cosa que pasa en muy contadas ocasiones, por no decir ninguna.  Y eso me fastidia mucho. Sobre todo cuando leo alguna obra importante  para mí  y que me gustaría poder saborear directamente de la pluma de su autor,  no dependiendo de intérpretes.

Eso es lo que me pasa con el libro que vengo a comentar hoy.  Esta pequeña obra, salida de la pluma del cisne de Avon, me ha acompañado durante muchos años, más de 30, desde que la representé por primera vez en un teatro y cobré por ello. Eran otras épocas y los pequeños grupos teatrales, básicamente formados por estudiantes, podían moverse por los teatros de los pueblos y funcionar  y tener un repertorio mínimo.

Desde entonces, desde que  la conocí en profundidad, he pensado que debe perder mucho con la traducción. Al estar escrita en verso, toda la musicalidad se pierde y giros y dobles sentidos deben quedar diluidos en el sentido lógico de cada frase. Debe ser una verdadera pena, porque incluso traducida al castellano, podemos  ver el gran talento de ese escritor inglés que mezcló  en ella  romance, enredo y fantasía, con grandes dosis de humor.

Es curioso ver como Shakespeare ambienta su cuento fantástico en Atenas. Una tierra tan lejana y exótica para un inglés del siglo XVI como para nosotros hoy día la amazonia o Tailandia. Quizá más todavía. En esta ciudad tan lejana para él y sus coetáneos, el autor nos sitúa en le víspera del sosticio de verano, noche en la que el mundo de las hadas se funde con el de los mortales y los hechos más insospechados pueden ocurrir.  

Y como es lógico pensar, ocurren.

Al día siguiente, el primer día del verano, van a celebrarse las bodas del duque de Atenas, Teseo, con Hipólita, reina de las amazonas. Esa noche, Hermia, una joven a la que su padre obliga a contraer matrimonio con un hombre al que desprecia, y  Lisandro, su enamorado, huyen al bosque cercano a la ciudad. Buscándola acude su prometido Demetrio, junto a su mejor amiga Elena,  que la ha traicionado para conseguir los favores del futuro consorte despechado.

En el mismo lugar y la misma noche, una compañía de actores decide ensayar su obra. Al día siguiente, en las bodas del duque representarán el drama de Príamo y Tisbe, y para que nadie los sorprenda antes de tiempo huyen de la ciudad y se refugian entre la floresta.

Titania, reina de las hadas va a hacer sus ofrendas al solsticio junto a su corte. Esa misma noche, Oberon, rey de los duendes, con el que está enemistada por la posesión de un bellísimo paje, planea con la ayuda del travieso y rápido Puck la forma de arrebatarle el doncel a su esposa.

Las hadas juegan, ensayan los actores, duermen los amantes y una delicada flor expide sus jugos para que sea difícil distinguir sueño de realidad, amor de pasión, certeza de hechizo.

Los ingredientes están listos. De la mano maestra del genial poeta nos deleitamos con un plato lleno de un humor exquisito, de una poesía preciosa y delicada como el ala de un hada, y de una serie de situaciones enrevesadas, traviesas y festivas, que hacen de esta comedia fantástica un prototipo de diversión elegante y delicada, llena de matices y de ironías en cada uno de sus personajes.

Quería haberla subido ayer, noche del solsticio de verano, noche mágica donde las haya, pero por motivos ajenos fue imposible. Me conformo con hacerlo hoy, día de las felices bodas de Teseo e Hipólita, en el que el despertar del sueño nos sorprende bajo los rayos del sol que  alumbra del día más largo del año.

Que este nuevo año solar os venga lleno de dichas y venturas. Que las desventuras y las desdichas se vean reducidas a un sueño tan efímero como el sueño de una noche de verano.


PD: A los que os sea arduo leer a Shakespeare pero no os importa verlo en la pantalla, hay una extraordinaria película de 1999, dirigida por Michael Hoffman. También está la gran versión que la Lyndsay Kemp Company grabó. Un verdadero disfrute para los sentidos

domingo, 19 de junio de 2011

TYR O TIWAZ

La religión escandinava se caracteriza por una dualidad muy similar a otros pueblos indoeuropeos, simbolizada por dos caracteres antitéticos. Esta dualidad encierra el carácter pacífico, moderado y estabilizador de la autoridad superior de un lado  y el aspecto tumultuoso, apasionado, desintegrador incluso, del otro. En esta mitología se representa por la pareja Tiwaz-Wodanaz o Tyr-Wotan   o Tyr- Odín.

El dios Tyr, hijo de los gigantes Hymir y Frilla, representa el lado apacible, ordenado y sacerdotal de la soberanía. Es el dios que reconcilia a los hombres, pero posee a su vez un carácter belicoso ya que es el que concede la victoria en las batallas.

Como hijo de la representación del Océano (Hymir o Aegir) y de la Paz, incorpora en su persona la idea de la batalla racional, de la lucha justa, en contraposición a Wotan señor de la locura de la lucha, del furor desatado, y a Thor, como dios de la fuerza bruta y desmedida.

Él es el que rige el Thing, la asamblea jurídica y política de los pueblos germánicos, y es preciso tener en cuenta que en esta cultura, la batalla no solo es la acción sangrienta, sino un conflicto que se desarrolla sobre bases jurídicas, con lugar y un fecha citada de antemano, y que muchas veces, el duelo judicial podía sustituir a la batalla propiamente dicha.

Los pueblos germanos no combatían como los celtas, de frente, gritando, en bloque y a lo bestia, sino que lo hacían con un orden determinado y siguiendo rituales y códigos de conducta. La batalla en sí misma no era comprendida como una carnicería, sino  un medio de determinar cuál de los dos adversarios defendía la causa más justa.

La decisión del juez supremo, del dios Tyr se manifestaba en la batalla, sin que la victoria dependiera para nada del valor o la pericia militar, sino sobre todo de la justicia de la causa que cada uno pone en la lid. Por eso muchas veces la cuestión se dirimía en combates individuales de los líderes o de los contendientes. Por esto es por lo que, en realidad, Tiwaz o Tyr debe ser considerado como el representante del aspecto jurídico de la soberanía.

La importancia de este dios en el panteón, aunque haya trascendido siempre en un segundo plano, debió ser tal que el plural de Tyr, tivar, se utiliza para designar el genérico de los dioses. Es por ello  por lo que debió ser considerado en su momento como el dios supremo. Y no solo eso, sino que etimológicamente el nombre de Tyr, además de ser el origen común de “Zeus”, como tal es el origen común de la palabra “Dios”.

En la Edda menor de Snorri Sturluson, se refiere a él como el más animosos y atrevido de los ases, del que depende la victoria en las batallas. Es el dios al que debían  invocar los guerreros en el combate,  y cuya runa, TEIWAZ, debían grabar sencilla en sus escudos, y doble en sus espadas. También se decía  que un hombre que se atrevía más que otros y no se echaba atrás, era valiente como Tyr.

Pero Tyr es sabio, añade la Edda, ya que de un hombre sabio se dice que es sabio como Tyr, y su runa triple es la que se graba en el Thing, lugar de reunión de las tribus donde dirimen sus desacuerdos y donde plantean sus tribunales de justicia.

Aunque no son muchas sus apariciones en las eddas y relatos que han trascendido, si que hay uno, en la Edda Menor, en  la que se narra cómo pierde la mano. La historia cuenta cómo para lograr encadenar al lobo Fenrir, que amenaza con devorar el mundo y producir el Rangarok, Odín  lo convence de que las cadenas que pretende ponerle en el cuello  son inocuas. Para demostrárselo, Tyr mete la mano entre sus fauces. Cuando Odín ciñe la cadena Gléipnir y estas se vuelven indestructibles, Fenrir, enfurecido, muerde la mano de Tyr. Así como Odín sacrifica un ojo para conseguir la sabiduría, Tyr sacrifica una mano para garantizar el orden del cosmos. Es quizá el precio que paga el dios garante del orden universal por transgredirlo, por prestarse al engaño. Ni los dioses están libres de pago. Hasta ellos están sujetos a las leyes universales.

Tyr posee una espada mágica, Tyrfing, la espada maldita. Cuando los dioses obligan a los enanos Dvalin y Durin a forjar con el oro sagrado del Rin los distintos objetos mágicos y se los reparten, a Tyr, como dios de la guerra y la batalla, así como de la justicia, le corresponde la espada Tyrfing, Esta espada poseía el poder de cortar como si fuese tela el acero y la roca, y no se oxidaba ni deterioraba jamás. Pero los enanos, enfurecidos contra los dioses por verse obligados a forjar las armas sagradas, maldijeron cada uno de los objetos que forjaron. En concreto, a esta espada le otorgaron el siniestro don de acabar con una vida cada vez que era desenvainada. También acabaría con la vida de su propietario si no se desenvainaba en una lucha justa. Así lo que en principio solo fue una maldición, en las manos del dios de la guerra justa, se convirtió en un don, mientras fuese él quien la esgrimiera. Así armado,  Tyr es uno de los pocos dioses que sobreviven al Ragnarok, según la profecía de la vidente, y el que devolverá la justicia al nuevo mundo que se creará después.
Al igual que Sowellu o Sól, Tyr es uno de los pocos dioses representados en las runas. La suya es Teywaz, la runa que representa la energía masculina y el principio activo dando como resultado el ansia de conquista. Teiwaz es la Runa de la valentía, la dedicación y la confianza absoluta en los propios recursos. Es la representación del guerrero espiritual, aquel que se guía por su código de rectitud y cuyo principal combate es contra si mismo.

domingo, 5 de junio de 2011

Los leones de al-Rassan

Pocas veces en mi vida he cogido una novela con tantas ganas como esta. Esto era debido a la  curiosidad que tenía por ver como había enfocado una especie de adaptación del mito del Cid uno de los autores que más respeto en la literatura fantástica.

El libro, con sus casi 500 páginas, prometía dar cumplida satisfacción, y nada más empezar a leerla, cuando me sumergí de lleno en su prosa rica, fluida y evocadora, empecé a relamerme como un gato goloso. Aquello parecía que no me iba a defraudar nada. Todo lo contrario.

Conforme avanzaba, el paisaje se desplegaba ante mí, y casi me parecía estar oliendo los perfumes embriagadores de los jardines de La Alhambra, o el aire seco y dulce de la estepa castellana, con los rastrojos recién segados. Porque Kay, aunque cambie el mapa, y cambie los nombres, sabe pintarnos de tal manera cualquier geografía que hace que cada rincón sea perfectamente reconocible.

Y en esas tierras de Al-Rassan, con una maestría que hace que cada palabra sea una pincelada en un retrato increíblemente vívido, los personajes se mueven solos, cobran vida propia, e interfieren unos con otros con unos diálogos magistrales, que te llegan muy adentro, haciendo que vivas cada sentimiento, cada emoción, y cada pensamiento. En especial los tres protagonistas, uno de cada una de las tres culturas que poblaban la península en aquella época y que el autor es capaz de recrear en un mundo en paralelo con una habilidad realmente increíble. Pero no solo ellos destacan del papel y cobran vida, sino que  cada uno de los seres que pueblan esta novela están vivos, son personas, perfectamente reales y creíbles.

La novela progresa, avanza bien, directa, con una trama argumental bien llevada. Compleja e interesante, da lugar a unas situaciones y unas escenas memorables. Te hace llorar, te hace reír, te emociona, porque Kay es un verdadero maestro a la hora de hacerte sentir en la piel de sus personajes.
Vamos avanzando, capítulo a capítulo. La trama se va desarrollando ante nuestros ojos, y se va complicando. Llegamos a la página 400, queda muy poco. Y te plantas. Frenas en seco. Piensas que no puede ser, que es una novela auto conclusiva, o por lo menos así te la han vendido. Pero piensas que en menos de 100 páginas esto no se resuelve. Eres lector avezado y sabes lo que es una novela y una trama argumental. Ni siquiera ha avanzado por el nudo, mucho menos se ha llegado al desenlace. Y las páginas se acaban, cada vez quedan menos. Continúas. Página 440. Hasta ahora has disfrutado de una de las mejores novelas que has leído en tu vida, sea del género que sea, y has pasado por un punto de un dramatismo increíble, que te ha tenido con el corazón en vilo. Se ha solventado de una forma demasiado convencional. Bueno, veremos qué pasa a continuación, como lo soluciona.

Sigues leyendo, y cuando acabas de leer las últimas 35 páginas, porque eso es lo que te queda de la novela te dices: no es posible. No me lo creo. Vuelves a leerlas, alucinando.

Y compruebas, con enorme desaliento, como un autor puede destrozar y cargarse una de sus mejores obras en tan poco tiempo. En esas 35 páginas, no hay novela, no hay libro, no hay narración. Solo hay una correlación de hechos sin sentido, contados de mala manera, para dar fin cuanto antes  a una gran obra que había cogido una magnitud quizá no deseada por el autor, pero indudablemente deseada por cualquier lector. Y del epílogo no hablo, casi lloro.

FICHA TÉCNICA
Título: LOS LEONES DE AL-RASSAN
Autor: GUY GABRIEL KAY
Editorial:  LA FACTORIA DE IDEAS
Páginas: 477
ISBN: 84-9800-464-9
Género: Novela / Fantasía Épica